No se tiene que ser marinero o incluso nadador para saber cómo se siente ser arrojado por la borda a un mar tormentoso y luchar para mantener la cabeza fuera del agua. La vida puede sentirse así a veces. El miedo y la incertidumbre chocan y giran a nuestro alrededor, y sentimos que todo lo que podemos hacer es aferrarnos a nuestra querida vida, si solo pudiéramos encontrar algo a lo que aferrarnos. Para empeorar las cosas, a veces las personas y organizaciones en las que alguna vez confiamos nos decepcionaron. Y entonces nos preguntamos, ¿a dónde podemos recurrir por la paz? ¿Dónde podemos encontrar seguridad y consuelo para nuestras almas? ¿En quién podemos confiar realmente?
En esos momentos, apreciamos el valor de una "línea de vida", especialmente si sabemos que está sujeta a algo seguro y protegido. Desde el principio, las personas han mirado hacia el cielo y han encontrado esa "línea de vida". En verdades divinas y eternas que nunca cambian, encontramos la sabiduría, el amor y la luz en los que podemos confiar, que nunca nos decepcionarán.
- El miedo y la incertidumbre chocan y giran a nuestro alrededor, y sentimos que todo lo que podemos hacer es aferrarnos a nuestra querida vida, si solo pudiéramos encontrar algo a lo que aferrarnos. Crédito: imagen de Shutterstock
- George Q. Cannon, hacia 1887. Crédito: Charles R. Savage, Biblioteca de Historia de la Iglesia
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Un líder y escritor de hace un siglo, George Q. Cannon, una vez enseñó: “Se puede confiar en Dios. . . . No importa cuán grave sea la prueba, cuán profunda sea la angustia, cuán grande sea la aflicción, Él nunca nos abandonará. Él nunca lo ha hecho, y nunca lo hará. El no puede hacerlo. No es su carácter. Es un ser inmutable. . . . Él [siempre] estará a nuestro lado. Podemos pasar por el horno de fuego; podemos pasar por aguas profundas; pero no seremos consumidos ni abrumados. Saldremos de todas estas pruebas y dificultades cuanto mejor y más puro para ellos".
Esa simple verdad puede ser nuestro salvavidas. Cuando parece que no hay nada más a lo que aferrarse, podemos aferrarnos a ese pensamiento: que el amor divino nunca nos fallará. Si podemos asegurarnos de esa tranquilidad, podemos tener la confianza para seguir intentándolo, seguir confiando y seguir haciendo nuestro mejor esfuerzo. Incluso cuando todo lo demás parece tan inestable y poco confiable como las olas del mar, el amor de Dios resistirá la prueba del tiempo y nos llevará a puertos de seguridad y paz.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)