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 4 de marzo, la UNESCO establece el Manifiesto 2000 para una Cultura de Paz y de no violencia.

Un día como hoy en el mundo

El 4 marzo de 1999 Un grupo de Premios Nobel de la Paz, reunidos en París, con motivo del quinquagésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, redactó un manifiesto, el denominado “Manifiesto 2000 para una cultura de paz y de no violencia”. Los catorce Premios Nobel que se citan a continuación han sido los impulsores y primeros signatarios del Manifiesto: Norman Borlaug; Adolfo Pérez Esquivel; Dalai Lama; Mikhall Sergeyevich Gorbachov; Mairead Maguire; Nelson Mandela; Rigoberta Menchu Tum; Shimon Peres; Jose Ramos Horta; Joseph Roblat; Desmond Mpilo Tutu; David Trimble; Elie Wiesel; Carlos Felipo Ximenes Belo.

Según el manifesto, el año 2000 se debió constituir un nuevo comienzo para transformar la cultura de guerra y de violencia en una cultura de paz. Esta evolución exigiría la participación de todos y daría a los jóvenes y a las generaciones futuras valores que ayudarían a forjar un mundo más digno y armonioso; un mundo de justicia, solidaridad, libertad y prosperidad. La cultura de paz hace posible el desarrollo duradero, la protección del medio ambiente y la satisfacción personal de cada ser humano

 

El Manifiesto 2000 se propuso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre del año 2000.

El texto del Manifiesto es el siguiente:

"Reconociendo mi parte de responsabilidad ante el futuro de la humanidad, especialmente para los niños de hoy y de mañana, me comprometo en mi vida diaria, en mi familia, mi trabajo, mi comunidad, mi país y mi región a: 

  • respetar la vida y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni prejuicios;
  • practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas sus formas: física, sexual, psicológica, económica y social, en particular hacia los más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes;
  • compartir mi tiempo y mis recursos materiales cultivando la generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión política y económica;
  • defender la libertad de expresión y la diversidad cultural privilegiando siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la maledicencia y el rechazo del prójimo;
  • promover un consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales del planeta;
  • contribuir al desarrollo de mi comunidad, propiciando la plena participación de las mujeres y el respeto de los principios democráticos, con el fin de crear juntos nuevas formas de solidaridad".

(fuente:http://www.amnistiacatalunya.org)

En los últimos días de Su ministerio terrenal, Jesús dio a Sus discípulos lo que Él llamó “un mandamiento nuevo” (Juan 13:34). Ese mandamiento, que repitió tres veces, era sencillo pero difícil: “Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado” (Juan 15:12; véase también el versículo 17). La enseñanza de amarse los unos a los otros había sido una enseñanza esencial del ministerio del Salvador. El segundo grande mandamiento era “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Jesús incluso enseñó: “Amad a vuestros enemigos” (Mateo 5:44). Pero el mandamiento de amar a los demás tal como Él había amado a Su rebaño fue para Sus discípulos —y lo es para nosotros— un desafío singular. “De hecho”, el presidente Thomas S. Monson nos enseñó, “el amor es la esencia misma del Evangelio, y Jesucristo es nuestro ejemplo. Su vida fue un legado de amor”1.

 El Elder Robert D. Hales del Quórum de los Doce Apóstoles, de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, a propósito, dijo:

“Por difícil que sea vivir en la agitación que nos rodea, el mandato del Salvador de amarnos los unos a los otros como Él nos ama, probablemente sea nuestro más grande desafío. Ruego que podamos comprender esto y procuremos vivirlo en todas nuestras relaciones y actividades."

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